lunes, 26 de febrero de 2007

Nace

Me decidí por fin.

Escribir fue siempre una terapia para mi.

Mucho antes de empezar a escribir canciones, llené cuadernos y cuadernos de lo que supongo se llamarían 'diarios', solo que no los escribía a diario ni estaban dedicados a describir el día.

Eso sí, fueron mi mayor fuente de autoconocimiento. Y por qué no admitirlo, mi refugio, mi escondite, mi manera de escaparme de un mundo al que siempre le tuve pánico. Una vez que las canciones empezaron a fluir, los diarios fueron quedando atrás, substituidos un poco por las cartas - cuando las escribíamos en papel (qué hermosos tiempos!!) - pero no del todo: hay algo más grande que ocurre con uno cuando está escribiendo lo que le va dictando el corazón (o el cerebro o el estómago, quién sabe!), fluidamente, sin buscar rimas ni cadencias, sin la limitación de una métrica musical. Es la complicidad del silencio nocturno con lo más íntimo de uno ...

"Lo más íntimo de uno" ... wow; no, no creo que llegue a eso en un blog; para eso, solo mis diarios de adolecente ...

Pero he querido iniciar este blog, en todo caso, con la esperanza de que sea una onda rica para mi. Lo considero muy similar a ese feeling que siempre he envidiado a los locutores de radio: el lanzar la voz al espacio, sin saber quién ni cuántos escuchan, sin poder imaginar quién contestará ... una voz que viaja quizás para nunca encontrar un eco, quizás para inspirar el siguiente paso a una persona por siempre desconocida, quizás para enojar a un escucha o, más probablemente, para perderse desapercibida en el infinito ... viajando. Si uno no puede volar (ay! que error de Dios!), llegaré entonces con mi voz hasta donde no hay pájaro que se aventure.

En fin. Ya divagando.

Espero lograr sentarme a escribir con relativa constancia. Mi única expectativa es la misma con la que me siento con un amigo, una chimenea y un vino tinto, a conversar de todo y de nada, sin agenda prevista. A quien quiera compartir conmigo, bienvenido sea, de corazón.


Riccardo