martes, 3 de febrero de 2009

“Pululahua, Rock desde el Volcán”, 10 Años después

Al cumplirse 10 años desde que se hizo el Festival “Pululahua, Rock desde el Volcán”, me doy cuenta de que en realidad su historia nunca fue contada.

No voy a hacer eso ahora, entre otras cosas porque no me la sé. No es mi historia; es la historia de un reducido grupo de soñadores que se diluyó después del Festival, cada uno a apagar sus propios incendios y/o incendios ajenos y heredados; todos a lidiar, además, con la crisis bancaria en la que el país se hundió 2 semanas más tarde.

Cada uno vivió diferentes momentos y desde diferentes lugares. Unos casi nunca bajaron al Volcán; otros nunca salimos de él. Todos indispensables engranajes, nos quedamos con las ganas de juntarnos una vez más para compartir tantas cosas pendientes, para evaluar, para recordar, para construir esta historia. Nunca lo hicimos. Pero es claro que esta aventura solamente fue posible porque este tan diverso grupo estaba unido por un vinculo común: todos creímos.

Esos cuatro días me vienen en oleadas de intensos recuerdos envueltos en un velo surrealista. Cada instante era una marea de experiencias, un collage de imágenes con fondo musical en vivo: la cara de los artistas al enfrentar el Volcán, la expresión asombrada del Intendente de Policía, sus súbditos bailando al ritmo de Los Tetas, la hermandad en el camerino principal, el frío y la lluvia, el calor de las fogatas del camping, las noches en el cráter...

Para aportar con un momento a esta historia que hemos de tejer poco a poco entre todos (*), comparto con ustedes lo que fue mi instante personal más sublime:

Yo había pedido al equipo que me den una hora para “desconectarme” antes de mi presentación en el Festival (pésima idea: organizarlo y tocar en él!). Llegado el momento, apagué mi walkie-talkie y me refugié en mi cabaña, a unos 50 metros del escenario. Fue en realidad el único momento en que pude realmente relajarme y escuchar la música del Festival, y ¡oh gloria!, quien sonaba era Pedro Aznar, y lo que cantaba era “A cada hombre, a cada mujer”, seguramente una de las canciones más alucinantes del idioma español, o en eso se convirtió para mi desde ese instante.

Y entonces me sacudió la realidad como una bofetada y solo pensé, con un inmenso hinchárseme del corazón: “Lo hicimos!!! Pedro Aznar está cantando en este momento en el primer Festival realizado dentro del cráter de un volcán en la historia del hombre ... o sea: no era imposible!!!” Y en ese instante supe que había valido la pena; supe que este instante me daría las fuerzas para enfrentar toda la pesadilla que se vendría después; supe que sí bastaba con creer, que era cierto y que todo estaba bien. Sube que lo habíamos logrado, y lloré.

Al final canté pésimo. El cansancio, la falta de preparación y de sueño, la emoción, la garganta resentida. Pero recuerdo que mientras lo hacía, podía ver al Volcán con otra cara, con otra mística. Lo habíamos logrado y eso marcaría mi vida para siempre.

Algún día podremos juntar todas las historias y lograr ver a este monstruo completo, en toda su envergadura, desde la distancia. Para esto hemos creado este lugar (*), para recoger las historias de quienes lo vivieron y poder compartirlas con el mundo y con nosotros mismos. Creo sinceramente que es la mejor manera de recordar a este Gigante que tanto nos dio y que tanto nos costó: aportando cada uno con su pincelada para pintar el retrato de lo que fue “Pululahua, Rock desde el Volcán”.

Riccardo Perotti

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(*) Hemos creado un espacio para que quienes vivieron este Festival puedan compartir sus historias e imágenes con el público (el texto de este artículo es tomado de ahí). Puedes acceder a este espacio a través de www.riccardoperotti.com/pululahua. Si tienes fotos o anécdotas que compartir, te animamos a hacerlo aquí; si no estuviste en el festival, te invitamos a conocer de primera mano estas historias.